Por Leidy Dotel
Santo Domingo. En cualquier momento nos encontramos con alguien que nos da una lección de vida. Días atrás estuve de visita por un sector de Santo Domingo Este, cuando de repente vi algo que llamó mi atención: se trataba de un obrero con su antebrazo derecho (transradial) amputado, y quien con solo un brazo sostenía fuertemente su maceta para romper los bordes de una acera en reconstrucción. Trabajaba sólo, sin ayuda, sin quejas, ni mostrando señales de cansancio, bajo el sofocante sol del medio día, usando únicamente un ajado gorrito navideño para protegerse.
Es muy probable que este obrero nunca haya asistido a una escuela para discapacitados a aprender cómo ejercer su profesión, sin embargo, su firme disposición de trabajar y sobrevivir en una sociedad de exclusión económica y social lo llevaron a desarrollar esta destreza digna de admirar.
Que esto nos llame a reflexionar. Muchos en esta condición están en esquinas y semáforos implorando limosnas, y quizás no sea porque no deseen trabajar, sino por falta de oportunidades en un país donde existen marcados obstáculos en el plano laboral para las personas con discapacidad.
Este pudiera ser un artículo motivacional por la triste imagen del humilde obrero trabajando con un solo brazo, pero el mensaje debe ir más allá y todos unamos nuestras voces y trabajemos juntos (Estado, sector privado y discapacitados) y seamos promotores de una sociedad con igualdad de oportunidades y logremos que este tema deje de ser solo un debate más.
