Santo Domingo. — Este mes de abril marca el 60 aniversario de uno de los eventos más trascendentales de la historia contemporánea de la República Dominicana: la Revolución de Abril de 1965. Un hito que sacudió los cimientos del poder político, y que continúa siendo un punto de referencia en la lucha por la democracia en el país.
Los antecedentes de un estallido
Para entender el origen del conflicto armado que se desató el 24 de abril de 1965, es necesario remontarse al derrocamiento del presidente Juan Bosch, elegido democráticamente en 1962 tras la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Bosch, fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), fue depuesto en un golpe de Estado en septiembre de 1963, apenas siete meses después de asumir el poder.
Su gobierno fue acusado por sectores conservadores y militares de promover ideas “comunistas”, pese a su clara defensa de una democracia liberal y su apuesta por una nueva Constitución más inclusiva. La caída de Bosch marcó el inicio de un período de inestabilidad política y creciente descontento social.
Durante los años siguientes, el país fue gobernado por gobiernos provisionales, bajo una creciente tensión entre militares leales al antiguo régimen trujillista y sectores progresistas que exigían la vuelta a la constitucionalidad.
Abril de 1965: El grito de la patria
La chispa se encendió la madrugada del 24 de abril de 1965, cuando un grupo de militares y civiles, autodenominados constitucionalistas, se alzó en armas para exigir el regreso de Juan Bosch y la restauración de la Constitución de 1963. Lo que comenzó como una revuelta interna escaló rápidamente en una guerra civil.
El país se dividió entre dos bandos: los constitucionalistas, liderados por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, y los conservadores o leales, encabezados por el general Elías Wessin y Wessin. La situación se tornó aún más tensa cuando, el 28 de abril, tropas estadounidenses desembarcaron en Santo Domingo bajo la excusa de proteger a sus ciudadanos, pero con el claro objetivo de frenar lo que Washington temía que fuera una revolución de corte comunista en pleno Caribe.
Consecuencias y legado
El conflicto dejó miles de muertos, heridos y una sociedad profundamente marcada. Aunque los combates cesaron con la llegada de una misión de paz de la OEA y la posterior instauración de un gobierno provisional, el eco de aquel abril sigue resonando seis décadas después.
Francisco Caamaño, convertido en símbolo de resistencia, fue enviado como agregado militar a Londres tras el conflicto, pero regresó clandestinamente en 1973 para intentar una nueva insurrección. Fue capturado y ejecutado, convirtiéndose en mártir de la causa revolucionaria.
Sesenta años después
Hoy, al cumplirse 60 años de la Revolución de Abril, el país reflexiona sobre sus logros democráticos y los desafíos pendientes. Diversas actividades conmemorativas, actos académicos y homenajes se realizan en todo el país para recordar a los caídos y revivir los ideales de justicia, libertad y soberanía que motivaron aquel levantamiento.
A pesar del paso del tiempo, el legado de abril sigue vivo en las calles, en las aulas, y en la memoria colectiva de un pueblo que aún busca consolidar su democracia.