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Domingo de Ramos: un llamado a la fe viva y al consuelo en tiempos de dolor

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Monseñor Héctor Rafael Rodríguez invita a vivir la Semana Santa con gestos de amor, humildad y cercanía con los que sufren


SD. La tradicional procesión del Domingo de Ramos, celebrada este domingo en Santiago, fue marcada por un fuerte llamado espiritual del arzobispo metropolitano, monseñor Héctor Rafael Rodríguez, quien exhortó a los fieles a vivir una Semana Santa desde el compromiso cristiano con el prójimo, especialmente con quienes atraviesan el dolor.

La caminata de fe partió desde la parroquia La Altagracia hasta la Catedral Santiago Apóstol el Mayor, donde el prelado ofreció una homilía profunda, centrada en el simbolismo del día y en las enseñanzas de Jesús como rey humilde y servidor.

“Pasamos del entusiasmo de aclamar a Jesús con palmas y cantos, al estremecedor silencio de su pasión. Es un contraste que refleja la vida de muchos: entre la esperanza y el sufrimiento”, reflexionó Rodríguez, subrayando que la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén no debe verse como un acto de gloria mundana, sino como la antesala de su entrega por amor.

En un gesto de cercanía pastoral, el arzobispo hizo alusión a la reciente tragedia nacional que ha tocado profundamente al país, destacando que ante el sufrimiento humano, más que juicios o explicaciones, se necesita presencia compasiva y consuelo.

“Les invito a que hagamos gestos de cercanía, de misericordia, de aliento para con estas personas”, dijo. “A veces nuestras palabras son vacías, pero la presencia solidaria habla más fuerte que mil discursos”, añadió con tono sereno y firme.

Rodríguez recordó que Jesús no vino a imponerse con poder ni violencia, sino a mostrar que el verdadero liderazgo se basa en el amor que se entrega y en la humildad que transforma.

“Nuestro Rey no se impone, no busca poder, sino que se entrega con amor. Jesús no vino con coronas de oro, sino con el poder de la entrega”, afirmó, invitando a los creyentes a vivir estos días santos no como una tradición vacía, sino como una oportunidad para renovar la fe desde el servicio al otro.

La celebración marcó el inicio de una Semana Santa que, en palabras del arzobispo, debe ser una escuela de compasión, silencio interior y fe activa, especialmente en tiempos donde el país enfrenta duelos colectivos.

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