Blindaje de la reforma y posibles conflictos de interés
Washington, (EFE) – Cuando el magnate Elon Musk fue encargado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “desmantelar la burocracia gubernamental”, había dudas sobre hasta dónde podrían llegar los cambios, pero un movimiento del republicano consiguió blindar su idea de reestructurar la Administración desde dentro.
Una de las incógnitas era qué rango tendría DOGE (el Departamento de Eficiencia Gubernamental, por sus siglas en inglés), el nombre elegido por Musk, en el Gobierno de Trump. Para crearse como parte del aparato federal, DOGE debía contar con la aprobación del Congreso.
Los abogados de Trump, conscientes de que esto podría complicar la puesta en marcha de Musk, optaron por reutilizar la USDS (United States Digital Service), una agencia creada por el expresidente Barack Obama para mejorar la administración digital, y convertirla en la United States DOGE Service. De este modo, sin cambiar el acrónimo, consiguieron esquivar al Congreso y blindar su autoridad.
Este movimiento le otorgó al CEO de Tesla la llave de la contabilidad, el acceso a datos sensibles y le permitió ser más autónomo como parte del Ejecutivo, ya que no ha tenido que explicar sus planes ante ningún comité del Capitolio.
El proceso ha sido bastante opaco. De hecho, no se conocía quién trabajaría con Musk hasta que la revista Wired reveló que se trataba de seis ingenieros jóvenes, con poca o nula experiencia en instituciones de gobierno. Además, el pasado fin de semana, Musk accedió al sistema de pagos del Departamento del Tesoro, el mayor pagador de dinero público, después de la dimisión de un funcionario que se oponía a que esto ocurriera.
Esta puerta abierta hasta el corazón de la Administración ha generado alarmas entre aquellos que creen que podría haber un conflicto de intereses con las empresas de Musk, como Tesla y SpaceX, que ya tenían contratos federales millonarios antes de su llegada a la Administración.
La Casa Blanca, por su parte, ha insistido en que Musk es un “empleado gubernamental especial” de Trump, quien aseguró que el magnate “no puede y no hará nada sin su aprobación”.
En las dos semanas que lleva en Washington, Musk ha cerrado la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la mayor agencia humanitaria estatal del mundo. Los empleados recibieron órdenes de quedarse en casa y las oficinas amanecieron precintadas.
Algunos trabajadores del Gobierno están siendo presionados para que renuncien a sus puestos, y se han cancelado contratos relacionados con programas de equidad, diversidad e inclusión, con los que Musk asegura haber ahorrado a EE.UU. “mil millones de dólares”.
El tándem Trump-Musk está buscando cerrar otras agencias, incluso el Departamento de Educación, o al menos desmantelarlo. Los cambios, según los republicanos, están encaminados a una reestructuración profunda del Gobierno.