María del Don Ruiz llega a València tras el temporal
En una entrevista con EFE, María relata que en Alfafar no tienen luz, agua ni gas, y siguen “incomunicados”. Ella y su familia caminaron casi 10 kilómetros con maletas para llegar a casa de su suegra, ya que uno de sus hijos fue directo a casa al salir del colegio.
“Ha sido una catástrofe. Desde las once de la noche estábamos pendientes de poder salir de casa. El agua estaba a un palmo y nos planteamos sacar los coches, pero el agua ya venía muy fuerte. En tres minutos subió a metro y medio, y si me llego a meter en el garaje, no lo cuento,” relata.
María recuerda que un vecino intentó sacar su coche y falleció en el intento. “Ahora hemos dejado a los niños, cargamos los móviles para tener cobertura y electricidad en el móvil por un día, y volvemos andando a casa. Allí no hay servicios y además, es una ciudad sin ley donde están robando y trapicheando,” asegura.
La mujer explica que la primera vez que vieron a la Guardia Civil fue durante un incendio a dos calles de su hogar. “Tuvimos que hacer las maletas con lo justo por si teníamos que evacuar,” destaca. A pesar de las dificultades, los bomberos lograron apagar el incendio.

La situación en Alfafar era tan crítica que decidieron ir a València para intentar comprar comida, ya que solo tenían un litro de agua. Sin embargo, el agua en Sedaví, el pueblo vecino, les impedía salir. “Hoy hemos podido salir gracias a los tractores del pueblo que hicieron vías entre los coches,” remarca.
María cuenta que al intentar salir, vieron coches amontonados en Sedaví y tuvieron dificultades para acceder a casa de su madre. “A gritos llamamos y mi madre salió al balcón y nos dijo que estaba bien. Gracias a un tractor, pudieron mover los coches y acceder al portal,” asegura.

A las 15:30, el agua comenzó a bajar y María y sus vecinas pudieron limpiar el barro que quedó en sus hogares. “Cuando empezó a amanecer, fuimos conscientes de cómo estaban los coches y la calle,” agrega.
María y su familia se quedaron en València porque se quedaron sin batería, pero planean regresar a Alfafar. “Me niego a abandonar mi casa. Los niños se quedan aquí, vamos a comprar agua y pan y nos volvemos antes de que anochezca,” afirma. Concluye diciendo: “Los dos coches están enterrados en los garajes, en barro. Hemos perdido los coches, pero estamos vivos.”