Kiev, (EFE).- Cientos de ucranianos han acudido hoy al memorial dedicado a los más de cien muertos provocados por la represión policial de la Revolución del Maidán para conmemorar el décimo aniversario del estallido de aquellas revueltas callejeras que se extendieron durante meses y derrocaron al presidente prorruso Víktor Yanukóvich.
En la pequeña iglesia erigida cerca de la calle Institutska, aledaña a la plaza del Maidán, participantes en la revolución, familiares de los muertos y personal del Museo del Maidán han rendido homenaje a los caídos en una ceremonia religiosa en la que se ha cantado el himno nacional y se han lanzado ‘glorias’ a Ucrania.
Los asistentes traían flores que han depositado a los pies de la cruz que recuerda al centenar largo de ucranianos de todas las edades y orígenes sociales que murieron en la represión dirigida por la Berkut, la hoy disuelta policía antidisturbios ucraniana que intentó sin éxito durante meses disolver por la fuerza las protestas.
Cerca de la pequeña parroquia, una larga hilera de retratos esculpidos en mármol reconoce el sacrificio de quienes murieron por el futuro lejos del patronazgo ruso por el que había apostado Yanukóvich al ceder a las presiones del Kremlin e incumplir su promesa de firmar un Acuerdo de Asociación con la UE.
Antes de llegar a la iglesia, quienes asisten al homenaje se paran ante los retratos y leen las breves reseñas biográficas que indican el nombre, la profesión, la fecha de nacimiento y el día en que perdieron la vida mientras se manifestaban.
La cuesta por la que se extienden los retratos está jalonada también por pequeños mausoleos que recuerdan el lugar exacto en que murieron algunas de las personas que protestaban en explosiones, disparos o golpes de los antidisturbios en la batalla campal en que acabaron convirtiéndose las protestas.
Diez años después de que empezara aquella revuelta, los ucranianos siguen mostrando un respeto reverencial por quienes dejaron allí su vida.
Ante la cruz de madera que les recuerda junto a la pequeña iglesia también se ha arrodillado este martes el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que ha dejado velas en memoria de los muertos acompañado de su esposa Olena y de la presidenta de la República de Moldavia, Maia Sandu.
Huéspedes extranjeros
Sandu no ha sido el único líder extranjero que ha querido acompañar a Ucrania en la efeméride. También han llegado a Kiev hoy el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, que ha reafirmado el apoyo militar alemán a la guerra que libra Ucrania contra Rusia por mantener su independencia.
La visita de los tres mandatarios pone de relieve tres motivos por los que los ucranianos se rebelaron contra Yanukóvich.
Por una parte, el Maidán fue una revolución contra el tutelaje que había venido ejerciendo el Kremlin sobre Ucrania y otras repúblicas exsoviéticas que fueron parte del Imperio ruso y hoy luchan por las armas o la política por un porvenir democrático distinto al que se ha impuesto en Rusia.
La Revolución de la Dignidad, como también se conoce al Maidán, se hizo, además, para que Ucrania pudiera intentar cumplir sus aspiraciones de ingresar a la Unión Europea, hacia la que dio el año pasado un salto sin precedentes al concedérsele el estatuto de país candidato.
El derrocamiento de Yanukóvich permitió que Kiev firmara, poco después de su huida, el Acuerdo de Asociación con la UE, sin el que no habría sido posible para Ucrania convertirse en país candidato y tener opciones de que empiecen, a finales de este año, las negociaciones de adhesión.
Por último, el Maidán fue una batalla por la misma independencia de Rusia por la que Ucrania sigue hoy luchando en una guerra que no empezó con la invasión masiva del año pasado sino en 2014, cuando Putin se anexionó Crimea y activó a milicias separatistas que declararon dos repúblicas independientes en el este de Ucrania.