«Un significativo número de cadáveres están todavía en las calles y bajo los escombros, aumentando los riesgos de contaminación del agua» alertó hoy el organismo de Naciones Unidas ante las consecuencias de las riadas que causaron la muerte de casi 4.000 personas, según la OMS, y la desaparición de otros 10.000 residentes, en recuento de la Media Luna Roja Libia.
Las autoridades libias del este del país confirmaron ayer el enterramiento de 3.351 personas de los 4.000 fallecidos que han sido identificados hasta ahora.
Más de 43.059 personas están desplazadas en el noreste de Libia, la mayoría de la localidad de Derna, la más afectada, donde el 80% de los mercados han quedado destruidos, lo que afecta gravemente a la disponibilidad local de alimentos.
Además un tercio de las viviendas y la infraestructura resultaron dañadas por las inundaciones que provocaron no solo las lluvias torrencial del ciclón sino el colapso de dos presas, según una evaluación preliminar, por falta de mantenimiento.
El Consejo Presidencial -que funciona como Jefatura del divido Estado- ordenó una investigación sobre el estado de las presas construidas en la década de 1970 y que a finales de los 90 registró las primeras fisuras que alertaron de la necesidad de una intervención para lo que se destinaron fondos.
Libia está divida en dos centros de poder, uno en el oeste, con sede en Trípoli, y otro en el este, radicado en Bengasi, que ha imposibilitado la gestión unificada del país.
La virulencia de las aguas torrenciales ha afectado a las localidades nororientales de Al Bayda y Susa y ha devastado la ciudad costera de Derna, que con una población de 90.000 habitantes, requiere urgentemente no solo ayuda humanitaria sino expertos técnicos e ingenieros civiles para reconstrucción de sistemas de agua, saneamiento e higiene y gestión de residuos.