Kiev, Su trabajo para recaudar fondos, comprar equipamiento para el Ejército y ayudar a las víctimas de la invasión rusa ha convertido al cómico Serguí Prytula en uno de los ucranianos más influyentes, y en una de las pocas figuras que hacen sombra en popularidad a su antiguo compañero de gremio Volodímir Zelenski.
Nacido en 1981 en el óblast de Ternópil, en Ucrania occidental, Prytula dejó atrás al comienzo de la guerra una exitosa carrera de 17 años haciendo reír a los ucranianos en televisión para centrar todos sus esfuerzos en movilizar a sus compatriotas en una tarea titánica: cubrir las crecientes necesidades de un ejército desbordado.
“Hemos mandado al frente casi 7.000 drones, unos 10.000 visores nocturnos y 101 vehículos blindados”, dice Prytula en una entrevista con EFE organizada por el Centro ucraniano para el Diálogo Transatlántico.
Para ello, Prytula y su equipo han recaudado hasta ahora tanto de ucranianos como de extranjeros cerca de 130 millones de dólares (120 millones de euros), lo que convierte a la iniciativa en la más eficaz entre las que trabajan desde el sector privado por la causa ucraniana.
La Fundación Prytula, como se llama el fondo impulsado por el segundo cómico más popular de Ucrania, ha adquirido decenas de satélites Starlink que permiten a los soldados mantener la comunicación en las posiciones más remotas del frente y dan conexión a internet a cientos de miles de personas en los territorios desocupados.
“NECESIDADES ILIMITADAS”
La eficiencia del trabajo de Prytula se debe, en parte, a su larga experiencia ayudando al Ejército, que empezó mucho antes de que el mundo empezara a prestar atención a la agresión continuada de Rusia a la soberanía de Ucrania.
Corría el año 2014 cuando milicias separatistas prorrusas dirigidas por Moscú declararon la independencia de las “repúblicas populares de Lugansk y Donetsk” en el este de Ucrania. Prytula empezó a ayudar enviando la primera asistencia a los militares y voluntarios que combatían a los rebeldes.
La guerra en el este se extendió durante ocho años y es hoy parte de la guerra total que, ya con su propio Ejército, Rusia lanzó el año pasado contra toda Ucrania.
“En muy poco tiempo, el Ejército de Ucrania multiplicó por cuatro su número de hombres, y ahora cuenta con más de 1,1 millones de personas”, dice Prytula sobre la evolución de las fuerzas de su país en el curso de casi una década de agresión rusa. “Esto supone que las necesidades de armas y equipamiento sean ilimitadas”, explica.
Asumir el reto de intentar cubrirlas es una tarea colosal, pero Prytula no echa de menos su pasado de estrella televisiva. “Nuestra ayuda permite salvar muchas vidas en el frente, y eliminar ocupantes, y esto me hace entender que estoy haciendo algo muy importante en mi vida”, afirma.
TERCERO EN LAS ENCUESTAS
En muchas de las encuestas de popularidad, Prytula aparece en el “top 3”, por detrás de Zelenski y del jefe del Ejército ucraniano, Valeri Zaluzhni. Nadie habla de sus ambiciones políticas durante la guerra, pero el “voluntario en jefe de Ucrania” tiene discurso y agenda de político, y ya se presentó, sin éxito, a unas elecciones legislativas en el pasado.
Por su evidente instinto político y la trayectoria en el mundo del espectáculo que comparte con Zelenski, muchos le ven como el adversario natural del actual presidente cuando hayan callado las armas.
Preguntado por EFE por sus esperanzas para la posguerra, Prytula apunta a la “unidad” que está mostrando la sociedad: “Me gustaría que siguiera siendo así”. Sobre cuándo terminará la guerra dice que “hay que preguntarle a Jesús”, y agrega: “yo soy parecido a él.”
Prytula se parece físicamente a algunas de las representaciones de Jesús de Nazaret, pero su comentario también puede verse como un reconocimiento de un cierto mesianismo que asoma en su voz susurrante y su tono misterioso, al tiempo poderoso y suave.
Antes de despedirse, Prytula se refiere a la fatiga que habría empezado a instalarse en Occidente y en la propia sociedad ucraniana.
“La situación es muy difícil para todos, pero no puede compararse con el trabajo que hacen los militares, y, si ellos se cansan esto va a dar mucho miedo”, declara. Y añade: “Tenemos que estar a su altura, y por nuestro fondo no va a quedar”.