Tegucigalpa,- La capital de Honduras, otrora pueblo minero, sufre grandes heridas en su suelo causadas por la naturaleza y en gran medida por su gente, con miles de familias que se asentaron en zonas de riesgo, como en el sector de los barrios Guillén, Santa Rosa y El reparto, que ahora se están hundiendo.
«Todo se resume en que las condiciones geográficas de Tegucigalpa, no solo en la parte física, sino también la población, pues aquí lo que hay es un crecimiento de la ciudad de manera desordenada», dijo este miércoles a Efe el geógrafo Carlos Sabillón.
El crecimiento desordenado que ha tenido la ciudad, según Sabillón, responde a una propiedad de la tierra donde los que no tienen acceso a las áreas seguras y planas para construir se han visto obligados a irse a vivir a las zonas inseguras, que nunca debieron ser habitables.
«Esto es producto de esas fuerzas que gobiernan el mercado, donde los poderosos se han apropiado de las mejores tierras de la ciudad que antes eran tierras para cultivos agrícolas o ganadería, pero que con el tiempo se han vuelto parte de la ciudad y hoy son urbanizaciones», agregó.
El experto recordó que los propietarios de las tierras que antes se utilizaron para la agricultura y ganadería las fueron vendiendo para proyectos habitacionales, con el agravante de que la gente que no tuvo acceso a ellos, se vio obligada invadir, en algunos casos terrenos ejidales que terratenientes se apropiaron de ellos.
Aparentemente Tegucigalpa es un desorden como ciudad, va creciendo, pero en realidad está respondiendo a esas fuerzas ocultas del mercado que han obligado a la gente a irse a establecer en zonas que no son las recomendables para vivir, como las orillas de las quebradas y los ríos o las zonas inhabitables desde el punto de vista formal, señaló Sabillón.
El otro factor adverso es la topografía de la ciudad, que es irregular, y aunque hay zonas planas, se fueron formando por el paso de los ríos que la cruzan a la capital hondureña.
«Luego están las faldas de los cerros, de los que algunos como El Picacho, al norte de Tegucigalpa, su cima «es muy segura, su falda como tal es una zona inhabitable porque es un plano de falla», dijo el profesional, quien además es maestro de educación media, en ciencias sociales.
Según expertos, Tegucigalpa está cruzada por unas 20 fallas geológicas, y son varias las zonas que debieron ser inhabitables por que su suelo es arcilloso y con las lluvias comienza a ceder, como ha ocurrido en las últimas dos semanas en los barrios Guillén, Santa Rosa y El Reparto, entre otros.
Muchos de los afectados han venido atribuyendo los últimos derrumbes y lentos deslizamientos a la «reactivación» de fallas geológicas que cruzan la capital, debido a las lluvias.
Al respecto, Sabillón explicó que los actuales deslizamientos, que han destruido alrededor de 200 viviendas, no obedecen a ninguna reactivación de fallas geológicas, las que solamente pueden activarse cuando se registran sismos o terremotos.
«Como no ha habido una planificación del uso del suelo, la gente se ha ido a vivir adonde los vividores de oficio les han vendido terrenos, aunque no sean de ellos, o adonde pueden adquirir un terreno que para construir, sin tomar en cuenta que deberían ser habitables», enfatizó Sabillón.
Señaló además que si se investigara a fondo «tal vez nos daríamos cuenta que los que venden tierras a lo mejor no son los legítimos propietarios de las mismas, o que han venido vendiendo propiedades que pertenecen a la Alcaldía o al Estado, pero que los particulares se han encargado de andarlas comercializando».
Los daños en las zonas afectadas ahora obedecen a la lluvia, con deslizamientos en terrenos flojos en los que no se debió construir, subrayó Sabillón.
DESLIZAMIENTOS SON DE VIEJA DATA
Los deslizamientos de tierra en varias zonas de Tegucigalpa no son nuevos, pero los más pobres, pese a los reiterados llamamientos para que desalojaran, se resistieron porque no tenían adonde ir y no recibían ayuda de las autoridades locales, según relataron a Efe al menos dos damnificados.
Rixi Bueso dijo que las autoridades han llegado a evacuar a las familias que vivían en el barrio Guillén, que luce como si hubiera sido destruido por un gran terremoto, pero que antes no se fueron porque no las autoridades municipales no les cumplieron con las promesas de llevarles a un sitio seguro.
«Nosotros no nos podemos ir evacuados para una escuela porque los niños aún están en clases, después de una semana nos sacan y prácticamente quedamos en la calle», subrayó.
Los pobladores de la zona afectada actualmente han visto como la tierra se ha ido deslizando despacio, arrastrando todo lo que encuentra a su paso y extendiendo sus grietas a otros barrios.
«Llevo 36 años de vivir aquí en la Guillén, tengo cuatro hijos, mi madre también, esta es la tercera vez (que ocurre un deslizamiento): la primera en 1998, cada diez o trece años se activa la falla, ahorita hemos vivido lo peor», expresó Bueso.
Cristian Betanco, de 29 años, indicó que nació en el barrio Guillén, en el que siempre ha vivido, y que su casa era de madera.
Al comenzar el derrumbe, Betanco y su familia comenzaron afanosos a desarmar la casa para rescatar algo, pero luego el terreno quedó completamente destruido.
«No tenemos para dónde agarrar, somos una familia grande, el terreno que destruido. Necesitamos una respuesta para poder salir y empezar de cero con una ayuda, porque tenemos hijos y personas mayores en la familia, sin fuerzas para trabajar», añadió.